lunes, 25 de junio de 2007

Una triste realidad

El Código Da Vinci ha sido fuente de numerosas reflexiones que he tenido en torno a los temas ahí tratados desde hace ya muchos meses. Estas reflexiones han sido principalmente en relación a la falsedad de su contenido. Pero ahora a unos días de haberse estrenado la película y que el tema se puso de moda más que antes, mi reflexión se centra en una triste realidad más alarmante que el desconocimiento de los cristianos a la mayoría de los temas tratados en el Código Da Vinci... Y es que la gran mayoría de quienes han visto la película saben perfectamente de que se trata de algo falso y sin embargo... disfrutaron la película. ¿Cómo es posible? ¡Se trata de una película herética en donde ofenden (aunque sepamos que es falso) a lo más sagrado que como cristianos debemos tener! ¿Cómo puedes tú que te dices cristiano disfrutar de esta película diciendo que no tiene nada de malo, que es sólo ficción, que es solo por entretenimiento, que es sólo por diversión? Es como si hicieran una película buenísima en donde dijeran que tu mamá es una prostituta, asesina y ladrona, aunque supieras que es falso ¿te divertiría? ¿La iriás a ver con tanto entusiasmo? ¿Aprobarías que la gente hablara de ello y pusiera en tela de duda la honra de tu mamá? Esa es la triste realidad: Cristianos sin celo, cristianos que no hacen el mínimo esfuerzo ni se entusiasman por conocer al verdadero Cristo, pero eso sí, escuchan chismes acerca de un Cristo falso como si se tratara de una estrella del momento y paran la oreja, se entusiasman y se vuelcan a las revisterías y librerías a gastar su dinero para escuchar más del chisme y no ven la hora para comentarlo. Entiendan, Cristo no es Superstar, es el Señor

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